Es la versión originaria de un producto tradicional argentino originado en la década de los años 30. En ese momento las bodegas trasladaban el vino a granel a las zonas de gran consumo como Rosario, Buenos Aires y Córdoba para comercializarlo en envases de 200 litros, 20 litros o 5 litros a comedores, pulperías o vinoteca. El "bartender" necesitaba fraccionar el vino para llevarlo a la mesa del cliente y lo hacía utilizando jarras con forma de pingüino. Anteriormente se utilizaban tinajas con asa de mimbre, pero luego el pingüino se popularizó y comenzó a usarse masivamente tanto en bares y restaurantes como en barbacoas familiares, donde tuvo un pico de uso en los años 50 y 70 del siglo XX.
Para su elaboración se utiliza cerámica de la más alta calidad. Los productos se fabrican por unidad siguiendo un método de producción artesanal acabado a mano. Se utilizan diferentes tipos de cerámica como el gres y la cerámica blanca mate para obtener diferentes acabados.